martes, 29 de noviembre de 2011

"Acceso no autorizado" de Belén Gopegui

Belén Gopegui ha escrito un libro verdaderamente entretenido que, además, es político, es decir, un oxímoron que diría un retórico, una contradicción en sus propios términos: política entretenida. Pero lo ha conseguido, por un lado, construyendo un thriller más que verosímil y, por otro, poniendo las reflexiones políticas en boca de un personaje, la vicepresidenta del gobierno, en el que no solo resultan pertinentes sino incluso necesarias.

A mí, que alguien con tanta responsabilidad (iba a escribir poder pero el poder está en otro sitio, inaprensible, desubicado, omnipresente y oculto a la vez) aparezca en la novela haciendo esa clase de reflexión política me resulta verosímil, que es de lo que se trata. De hecho, dudo mucho, aunque me pese, que las reflexiones de altura que pueblan la novela se hayan producido en la realidad. Ni parecidas, vamos. Pero una cosa es la verosimilitud y otra la verdad, ya saben. Desgraciadamente, yo creo que la política, al igual que cualquier otra empresa en la que la responsabilidad se diluya a lo largo de la pirámide jerárquica, la realizan personas que, gracias al alambicado juego de influencias, poder y dinero, solo suelen ser engranajes que transmiten las órdenes de arriba a través de la cadena. En eso la política cada vez se diferencia menos de la gestión empresarial y si tienen alguna duda miren a Italia y observen como los políticos ni siquiera se esfuerzan en disimularlo. Los tecnócratas no salen elegidos en las urnas. Tal vez una vicepresidenta del gobierno crea que puede cambiar las cosas pero hasta el momento esos cambios no se han producido. Que yo recuerde, al menos. Que lo escriba, que lo piense, que nos lo haga saber es verosímil, sí, pero sería mucho mejor si fuera verdad. Ya ven, tantas vueltas para acabar diciendo que sería fantástico tener políticos más capaces, con ideología, sea cual sea, y no personas presas de las encuestas y que lo mismo piensan una cosa que la contraria y que, ya de paso, se aprenden lo necesario sobre la economía mundial en dos tardes.

El otro pilar de la novela, la trama policíaca o negra o criminal como quieran llamarla está muy bien ambientada en el entorno de los expertos en seguridad, de los hackers. La seguridad hoy en día tiene que ver, en gran parte, con flujos de información circulando a través de microondas, con riadas de bits atravesándonos a cada momento, con la incansable conmutación de los routers, en la base de todos los servicios que utilizamos. Y no solo son creíbles los personajes sino también sus comportamientos y su filosofía. No les voy a contar mi vida pero digamos que por mi formación y por mi experiencia, tanto profesional como personal , entiendo bastante de estos temas (sin entrar en detalles, es cierto) y he leído muchos artículos sobre ellos. El caso es que Gopegui se ha documentado muy bien y los personajes del abogado, del Irlandés y del ingeniero encargado de duplicar un sistema de escucha de teléfonos móviles son verdaderamente creíbles. Las aspiraciones de cambiar el mundo escribiendo código delante de una pantalla parecen megalómanas pero no lo son en absoluto. Fueron hackers como ellos los que acabaron creando Internet, el correo electrónico, los programas de cifrado y tantas otras cosas, fueron hackers como ellos los que acabaron creando programas como Facebook o Twitter, escritos para ganar dinero con la publicidad y que acabaron con Gadafi como curiosa víctima colateral. Cuando lean a alguno de ellos protestando por los ataques a la neutralidad de la red, préstenle atención, están defendiendo la libertad de información, que es la de todos.

El caso (antes de ponerme un pelín panfletario y demagógico) es que la novela me ha encantado. Un par de tardes me duró. La Gopegui es grande.

1 comentario:

  1. Me parece fantástico este sitio. Y pensar que estuve una semana en Madrid buscando librerías como esta y hospedado tan cerca y no me enteré. Mi problema con la Gopegui se remonta a los años recientes en la que era asidua visitante de los mafiosos estos de la dictadura cubana y nos trataba de convencer de las bondades del dictador bueno que era Castro el Viejo. Ya sé que se puede ser buen escritor y un perfecto H..P.., pero para mí es un valladar demasiado infranqueable.

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